viviendas en la quebrada
Ubicación: Quito, Ecuador
Programa: Residencial
Área: 11.700 m²
Estado: Propuesta
Año: 2019
Imágenes: Squarevoxel
El proyecto nació del interés de los clientes en desarrollar unos terrenos que tenían en propiedad en el centro-norte de la ciudad de Quito. Tanto para ellos como para nosotros, fue desde el primer momento un encargo especial dado el importante vínculo que tiene el lugar con el paisaje.
Por un lado, el predio cuenta con una importante área de reserva natural, lo que vincula inevitablemente la arquitectura a una masa verde de gran magnitud. Por otro lado, dada la ubicación del proyecto y la pendiente del terreno, la relación visual con el paisaje urbano y natural de la ciudad es imponente. Al lado izquierdo se observa la montaña y a la derecha los edificios de la calle González Suárez, quedando en la parte central el barrio de Guápulo, un barrio histórico y de especial interés arquitectónico.
estrategia volumétrica
Uno de los criterios determinantes a la hora de concebir el proyecto, fue la necesidad de construirlo por fases dado su considerable volumen edificado. Para facilitar su desarrollo futuro, decidimos descomponerlo en tres volúmenes que actuarán como edificios independientes. Buscando disminuir las vistas cruzadas entre viviendas y a su vez maximizar la superficie de fachada, decidimos generar una serie de patios interiores en los volúmenes, combinados con patios exteriores entre edificios, obtenidos mediante el desfase de distintos fragmentos del volumen original. Este criterio nos ayudó además a definir una línea principal de fachada más dinámica rompiendo la monotonía del volumen compacto.
Para garantizar las mejores condiciones en todas las viviendas, ubicamos las zonas de día en la parte frontal, bien orientadas hacia la quebrada o bien hacia la calle de acceso, de esta manera la incidencia solar y la longitud visual sería siempre la más óptima. A su vez, proyectamos las zonas de noche en los laterales, buscando un mayor resguardo y una conexión directa con la naturaleza propuesta en esos patios exteriores entre edificios.
Aprovechando la riqueza natural del entorno y la gran cantidad de área protegida con la que contaba el terreno, planteamos una serie de espacios recreativos de bajo impacto paisajístico que albergarán los usos comunales, generando de esta manera espacios de esparcimiento y encuentro para los futuros habitantes.
el juego topográfico, integrar el paisaje
La gran pendiente con la que cuenta el predio fue sin duda otro factor determinante a la hora de proyectar, especialmente pensando en el encuentro de los edificios con el terreno. Si bien esta situación de partida representaba algunos retos técnicos, supuso también una oportunidad para nuestro equipo a la hora de ganar edificabilidad al proyecto sin saturar el volumen construido ni las alturas.
Con el objetivo de garantizar una transición suave y una relación adecuada del proyecto con el terreno en todo su entorno, planteamos la creación de unos pasos aterrazados entre edificios. Estos pasos, que combinan un sistema de escaleras y grandes jardineras que contienen vegetación y arbolado autóctonos, permiten a su vez el acceso desde la parte frontal del proyecto a la reserva natural, mientras que dan color al proyecto y privacidad a las viviendas.
fachada sobria y volúmen dinámico
Con un entorno natural de formas puramente orgánicas, planteamos el proyecto como una serie de volúmenes rotundos que sobresalen ligeramente sobre la línea más alta de arbolado y se vislumbran de forma escultórica desde la parte frontal de la ciudad, al otro lado de la quebrada. Si bien a nivel volumétrico tratamos de ganar dinamismo con el desfase de piezas parciales de los cuerpos principales, a nivel de composición de fachada tratamos de mantener un espíritu sobrio que acompañará a la rotundidad con la que se perciben los volúmenes desde el exterior.
Generando grandes aperturas en los testeros y fachadas mucho más compartimentas en los laterales, tratamos de ser coherentes con la estrategia programática. De esta manera, la modulación estricta de los laterales nos ayudó a ganar privacidad y a enriquecer la composición a través del uso de dos elementos complementarios: las jardineras, que aportan color y biodiversidad y los planos de madera interiores, que ayudan a reducir la relación visual, aportando a su vez calidez a la fachada.
Transversalidad y vistas como estrategia tipológica
A la hora de proyectar las viviendas, dada su gran dimensión, decidimos generar una división clara entre las zonas de día y de noche, facilitando un desarrollo más cómodo de los distintos usos. En la zona de día buscamos generar un espacio bien zonificado, pero que contara a su vez con cierta flexibilidad para relacionar o no el área de cocina con el área social, esto lo logramos a través de la implementación de una serie de grandes planos corredizos que separan la cocina del área social.
A través del patio interior, al que se conectan todas las viviendas, potenciamos la existencia de ventilaciones cruzadas en el interior de los espacios, así como una incidencia solar continua en las distintas horas del día, tanto en invierno como en verano.
Las grandes terrazas con las que cuentan todas las viviendas, ayudan a generar espacios de encuentro exteriores protegidos del potente sol de Quito y disfrutan a su vez de vistas privilegiadas. Para aportar mayor comodidad al uso de estos espacios, tratamos de generar una secuencia clara área social - terraza - paisaje y grandes aperturas que facilitaran estas relaciones entre los espacios y las vistas.