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Ubicación: Valencia, España
Programa: Residencial / Reforma
Área: 90 m²
Año: 2019
Estado: Construido
Colaborador: Carlos García
Fotografía: Milena Villalba
Cristina compró esta vivienda para poder alquilarla y disponer en un futuro cercano de una mayor estabilidad económica. En una apuesta por la rehabilitación como forma de construcción sostenible, buscó que el nuevo espacio fuera acogedor y atractivo para personas que aprecien el diseño y el cuidado de los detalles. Si bien el proyecto no iba a ser habitado por ella y sus hijos, se preocupó desde el principio de generar las mejores condiciones de habitabilidad para los futuros habitantes.
La vivienda, construida originalmente en los años 80, se encontró en un estado de degradación absoluta cuando la compraron en el año 2017. El reto que nos plantearon fue el de crear un espacio cómodo para el habitar moderno, en el que la luz y el material sean los grandes protagonistas.
la zona de díA COMo PUNTO DE ENCUENTRO
Cuando llegamos a la vivienda por primera vez, nos encontramos un espacio inhóspito, oscuro y mal compartimentado. Las ventanas existentes eran de una dimensión ridícula en proporción a la fachada y la estructura, que ya se intuía en los tabiques y falsos techos no tenía una relación coherente con la distribución. Una de las premisas a la hora de afrontar el proyecto fue la de crear un área que actuara como corazón de la vivienda, un punto de encuentro bien iluminado y vinculado al acceso donde poder recibir a invitados o pasar el tiempo de una manera agradable. Después de analizar la compleja morfología de la planta existente, decidimos que la zona ubicada directamente junto al acceso era la idónea para albergar este espacio. Fue en este área, coexistiendo con la estructura existente de pórticos de hormigón, donde se planteó un gran espacio diáfano y bien iluminado que alberga salón, comedor y cocina.
LA COMPOSICIÓN DEL VANO Y RECUPERAR LA TRADICIÓN
En su estado original, la vivienda contaba con unas ventanas demasiado pequeñas, lo que generaba espacios fríos y oscuros. Además de esto, la relación de la vivienda con su entorno urbano es muy limitada, ya que la mayor parte de las estancias se orientan hacia el patio interior de manzana.
Tras analizar con detenimiento estos factores, decidimos que los vanos de fachada tenían que pasar a cobrar un protagonismo especial. La ausencia de balcones y terrazas nos llevó a ampliar las dimensiones de todas las ventanas que pudimos para ganar iluminación y potenciar la ventilación natural. A través del trabajo en la composición de los vanos quisimos aportar al espacio interior una riqueza visual que compensara la falta de vistas.
Las ventanas de madera, que aportan un toque cálido al interior, se combinan con jardineras de varilla de acero corrugado para poder dar color a través de las plantas que en ellas se coloquen. Revestimos las jambas y dinteles de los vanos piezas cerámicas de tono neutro recuperadas una escombrera y el alféizar de piezas esmaltadas de color azul para potenciar el color de las plantas.
Por último, empleamos la persiana alicantina, típica de nuestra zona del mediterráneo para facilitar el control térmico y lumínico del espacio de una forma pasiva. El color azul de estos elementos, en sintonía con el alféizar nos permitió darle al vano un último toque de color para ganar protagonismo.
EL TRABAJO EN MADERA, ESENCIA DEL PROYECTO
Con la intención de crear un espacio luminoso y cálido, pero que a la vez mantuviera cierta neutralidad para los posibles futuros habitantes, decidimos trabajar los elementos claves del mobiliario fijo en madera de pino. El uso de esta madera de color claro, combinado con el blanco de techos y paredes y el hormigón de la estructura existente potencia la luminosidad el espacio y contrarresta la frialdad del resto de los materiales.
El concepto que buscamos a través del diseño de las piezas de carpintería fue el de generar una serie de muebles fijos que hicieran más cómodo el uso del espacio sin necesidad de introducir nuevos elementos que pudieran sobrecargarlo. Tratamos de diseñar, en conjunto con los carpinteros, una serie de elementos fijos que tuvieran resistencia y durabilidad y a la vez un nivel de detalle que enriqueciera el espacio.
Para la construcción de estos elementos se utilizan tableros contrachapados de pino de alta calidad. Estos tableros, por su naturaleza, despliegan en los frentes de los muebles una textura beteada que corresponde a la beta natural de la lámina de madera que reviste su superficie.
ORGANIZAR EL ESPACIO CON LA ESTRUCTURA EXISTENTE
La compleja geometría de la preexistencia, tanto en su cerramiento, organizado en planos diagonales, como en su estructura irregular, supuso un reto importante a la hora de generar un espacio cómodo y habitable.
Por un lado, el área correspondiente a la zona de noche contaba con una composición en forma de L que favoreció la ubicación de la habitación secundaria y los baños en el tramo longitudinal, vinculados al patio interior y la habitación principal en el testero, vinculada a la fachada principal.
Por otro lado, al despejar de tabiques lo que consideramos que debía ser el área de día, nos encontramos con que, la estructura principal, compuesta por pórticos de hormigón con vigas de cuelgue, generaba en el espacio una subdivisión interesante. La viga principal nos ayudó a separar el área de cocina-comedor del área de salón. De esta manera, apoyándonos en la construcción de un mueble bajo que ampliaba la capacidad de almacenaje de la cocina, generamos una división virtual pero clara de los dos ambientes. Dentro del ambiente de cocina-comedor, la existencia de una viga secundaria que atravesaba transversalmente el espacio por la mitad contribuyó a su vez a generar una división clara entre la cocina y el comedor, colocando en un lado la isla de trabajo y en el otro la mesa.
Para terminar de reforzar este concepto, decidimos crear las juntas de dilatación del nuevo suelo de hormigón pulido acorde a la subdivisión de los distintos ambientes.